No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
Para mí es una mañana de sentimientos encontrados: la felicidad de haber pasado unos días con unos amigos que regresan muy satisfechos de nuestra hospitalidad, y la mala noticia del fallecimiento de un viejo profesor entrañable y sabio.
ResponderEliminarLa vida es una mixtura de sentimientos encontrados. Siento la pérdida de tu amigo. La fe nos abre a la esperanza de la Vida plena. Que sea plena para él.
EliminarPues lo siento mucho, Francisco. Piensa siempre que las personas no se van del todo, mientras las sigamos recordando.
ResponderEliminarTu música de hoy es preciosa.
ResponderEliminarme alegro de que te guste. Señal de que vas aprendiendo... Besos
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