No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
Me marcho a la cama muy satisfecha: hoy Mª Carmen va a quedar satisfecha. ¡Feliz descanso!
ResponderEliminarPues hasta hoy no lo he podido escuchar... Voy escuchando lo que puedo cuando tengo un ratito, pero se me acumulan muchas canciones.
ResponderEliminarEsta no la conocía. Pero es mil veces mejor que el jazz...jajajaja
Que tengáis un fin de semana especial. Mil besos (y gracias por no olvidaros de mi)