No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
En momentos de tristeza es, quizás, cuando dejamos que nuestros sentimientos afloren. Aún así es demasiado triste... Despertar así un domingo no es la idea que tenia, y supongo que Francisco se murió de la pena anoche y por eso no ha comentado nada...
ResponderEliminarJoroba, niño, ¡¡que es el día del Señor y hay que estar alegres!!
Besos
Desde el viernes tarde hasta el domingo al medio día estuve de convivencia con mi comunidad, pero no os he olvidado: el Señor da capacidad de amar más allá de las lindes que uno imagina como imposibles.
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