No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
Antes de ser... no se es... Entonces ¿Dónde estamos? Jajajaja
ResponderEliminarBuenos días y feliz jornada, Francisco y Fernando.
Besos
Antes de nada, quiero aclarar que no llegué antes porque me quedé dormido y salí a toda prisa para la piscina. Dicen que la piscina me viene muy bien, pero va a acabar conmigo. Para mí es un día hermoso: Mª Carmen está contenta y hasta se acuerda de mí, ¿acaso hay algo más? No entiendo cómo podía vivir antes de llegar a este encuentro. Todo mi afecto.
ResponderEliminarFrancisco.... que me acuerdo de tí siempre... Cada día os saludo a los dos, lo que ocurre es que hoy me adelanté y me has podido ver.
ResponderEliminarDicen que la piscina es genial para la espalda y para todo en general. Ya verás como poco a poco te costará menos y disfrutarás más de sus beneficios.
Un beso