No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
Esta pasada noche no ha sido para mí nada bella; vengo del sepelio de un amigo, de un hombre bueno, y sólo la certeza en que el Padre lo va a recibir en sus brazos me sosiega. No obstante, la música es bellíma, todo un regalo. Muchas gracias.
ResponderEliminarLo siento Paco.
EliminarPor una vez, estoy con Fernando: siento mucho lo de tu amigo. A veces, cuando ocurren estas cosas, nos damos cuenta de lo pequeños que somos y que, lo que de verdad importa, es el amor que vayamos dejando por el camino.
EliminarEstuvo 16 años con mucha limitación, apartamiento y sufrimiento; junto a mi esposa, le hemos regalado la tarde del domingo de casi todo ese tiempo semana a semana: ahora sentimos el vacío, pero estamos felices de haberle regalado lo poco que tenemos. Gracias por vuestras condolencias.
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