No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
Una poesía preciosa para comenzar la mañana. La canción es como un capítulo de Barrio Sésamo..."Si va deprisa el rio se apresura, si va despacio el agua se remansa..." pero si lo aplicamos a nuestras vidas, puede tener un sentido especial.
ResponderEliminarQue tengas un buen día, corazón de melón. Un beso
Anoche estuve al límite de llegar a la canción, pero el agotamiento me puso la zancadilla y me llevó a la cama; ya allí, el teléfono se negó a ofrecerme la melodía que busco esta mañana. Feliz día a todos. Yo (nosotros) hemos quedado a desayunar con una amiga de Madrid que ya no es virtual, cuyo último encuentro fie hace año y medio.
ResponderEliminarUn abrazo.