No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
Anoche no pude esperar, me fui a la cama antes que la insomne a la que últimamente no molestas con la música que no traga. Yo recibo esta romanza en ayunas que no es mala forma de tener los sentidos despiertos. ¡Feliz miércoles!
ResponderEliminarPero mira que sois chinchosos... Francisco, no le recuerdes que ponga jazz que ya está bien.... ¿Me vas a decir que esta música no es mejor? Violines y castañuelas... Todo un lujo...
ResponderEliminarQue tengáis un buen dia. Besos