No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
Estoy feliz y preocupado; eso podría resumir mi diario del día: he conseguido una plaza en una residencia de mayores para un excluido social de 61 años. Ya rechazó la anterior en Huelva, esta es en Heliópolis y la última oportunidad. En tus manos lo dejo Señor. Ayuda me a que mi diario de hoy sea de gala y de triunfo.
ResponderEliminarNosotros hemos tenido hoy la coordinadora arciprestal de Cáritas. Bastante bien, han asistido casi todos. Al finalizar, Juan José, un sin techo que recurre a mí desde hace años, que ha aparecido al terminar la misa, se ha llevado un rapapolvo, porque empiezan a no cuadrar historias, y vamos a ver si podemos dirigirlo a que lo evalúen en el Centro Amigo, para que pueda entrar.
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