Partir, en camino...


Partir es, ante todo,
salir de uno mismo.
Romper la coraza del egoísmo
que intenta aprisionarnos
en nuestro propio yo.
Partir es dejar de dar vueltas
alrededor de uno mismo.
Como si ese fuera
el centro del mundo y de la vida.
Partir es no dejarse encerrar
en el círculo de los problemas
del pequeño mundo al que pertenecemos.
Cualquiera que sea su importancia,
la humanidad es más grande.
Y es a ella a quien debemos servir.
Partir no es devorar kilómetros,
atravesar los mares
o alcanzar velocidades supersónicas.
Es ante todo
abrirse a los otros,
descubrirnos, ir a su encuentro.
Abrirse a otras ideas,
incluso a las que se oponen a las nuestras.
Es tener el aire de un buen caminante
Helder Camara
Pues el peregrino se hace caminante y parte, se abre, descubrirá, irá al encuentro. Así que por un tiempo no nos veremos, no nos oiremos. Nos extrañaremos, que es otra forma de amar. Y así iremos haciendo crecer el deseo del regreso, del reencuentro, de la sonrisa, del abrazo.

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