No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
Hay quien tiene (tenemos) la seguridad de que "vela por nosotros" , pero otros muchos se sienten tan desamparados que no tienen esa sensación. Muchas veces me pregunto qué se podría hacer para cambiar esto...
ResponderEliminar¿que tal velar nosotros por ellos, para que vayan vislumbrando que es Él quien vela?
ResponderEliminarNo, si esto en la teoría está muy bien, esa me la sé, lo difícil es llevarlo a la práctica...
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