No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
Al andar se hace camino y al volver la vista atrás...se ve la senda que nunca se ha de volver a pisar.
ResponderEliminarDespués de esperar muuuucho tiempo a que te decidieras a poner algo con letra, parece que la espera mereció la pena. Gracias
Serrat ha hecho una gran difusión de la poesía en esferas que no solían leerla.
ResponderEliminarPeregrino, son tus huellas el camino y nada más.
ResponderEliminarPeregrino, no hay camino, se hace camino al andar.
Creo que Machado estaría de acuerdo con este guiño para un pequeño homenaje al autor de este blog, ¿verdad?.
Caminante, no hay camino, sino estelas en la mar. (La mar no podía quedar atrás). Saludos