No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
Un libro es siempre un misterio por descubrir, una aventura que no requiere desplazamientos y ensancha el conocimiento.
ResponderEliminarPreciosa historia por todo lo que lleva implícito de cultura, compartir y disfrutar historias... pero lo que más me ha gustado es la expresión que has utilizado: volar la vida. Porque en realidad, eso es lo que conlleva vivir y la literatura nos ayuda en esa maravillosa aventura. Gracias.
ResponderEliminarCada vez que abro un libro, me sumerjo en un mundo del que no me gustaría salir. Con cada una de las historias, no sólo apareces en otros lugares, otros tiempos, otras culturas, sino que entras a formar parte de la vida de su autor. No debe ser fácil escribir un libro ni tampoco llegar a tocar las almas de los que lo leen, cuando eso se consigue, la simbiosis con el autor está hecha.
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