No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
La ciruela es una fruta que me gusta, en general todas las frutas, como también me gusta toda la música, incluso la que menos le agrada a MC. Os eché de menos. Estuve unos días en Madrid, pero os tuve en mi pensamiento. Gracias por existir y ser.
ResponderEliminarA mi me gustan todas... las frutas, claro, porque en la música ya sabéis que tengo algunas alergias...jajaja
EliminarHe seguido tu viaje por Madrid, Francisco, tus encuentros y desencuentros, porque a veces, se nos da de todo. Espero que hayas disfrutado mucho y me alegro de que nos hayas llevado contigo.
Muchos besos