No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
la letra;
ResponderEliminarMuchacha ojos de papel, adonde vas?
quédate hasta el alba.
Muchacha pequeños pies, no corras mas,
quédate hasta el alba.
Sueña un sueño despacito, entre mi manos,
hasta que por la ventana suba el sol.
Muchacha piel de rayón, no corras mas,
tu tiempo es hoy...
Y no hables mas, muchacha corazón de tiza,
cuando todo duerma te robare un color. (bis)
Muchacha voz de gorrión, adonde vas?
quédate hasta el día.
Muchacha pechos de miel, no corras mas,
quédate hasta el día.
Duerme un poco y yo, entre tanto, construiré
un castillo con tu vientre,
hasta que el sol, muchacha, te haga reír,
hasta llorar, hasta llorar.
Y no hables mas, muchacha corazón de tiza,
cuando todo duerma te robare un color. (bis).
La letra es preciosa, aunque no soy mucho de cantautores...
ResponderEliminarNo te quejarás... Hoy he sido la primera...
Que tengas un lindo día. Mil besos
La letra es mejor que el resultado final de la canción. Bueno, es una opinión, no algo categórico; creo que a esta letra se le podría haber sacado mejor partido.
ResponderEliminarMe quedo con algunos de los besos de Mª Carmen, ¿para qué quieres tantos, Fernando?
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