NO A LA IDOLATRÍA DEL DINERO
8 Tiempo ordinario - A
(Mateo 6,24-34)
26 de febrero 2017
José Antonio Pagola
José Antonio Pagola
El Dinero, convertido en ídolo absoluto, es para Jesús el
mayor enemigo para construir ese mundo más digno, justo y solidario que
quiere Dios. Hace ya veinte siglos que el Profeta de Galilea denunció de
manera rotunda que el culto al Dinero será siempre el mayor obstáculo
que encontrará la humanidad para progresar hacia una convivencia más
humana.
La lógica de Jesús es aplastante: «No podéis servir a Dios y al Dinero».
Dios no puede reinar en el mundo y ser Padre de todos sin reclamar
justicia para los que son excluidos de una vida digna. Por eso no pueden
trabajar por ese mundo más humano querido por Dios los que, dominados
por el ansia de acumular riqueza, promueven una economía que excluye a
los más débiles y los abandona en el hambre y la miseria.
Es sorprendente lo que está sucediendo con el papa
Francisco. Mientras los medios de comunicación y las redes sociales que
circulan por internet nos informan, con toda clase de detalles, de los
gestos más pequeños de su personalidad admirable, se oculta de modo
vergonzoso su grito más urgente a toda la humanidad: «No a una economía
de la exclusión y la iniquidad. Esa economía mata».
Francisco no necesita largas argumentaciones ni profundos
análisis para exponer su pensamiento. Sabe resumir su indignación en
palabras claras y expresivas que podrían abrir el informativo de
cualquier telediario o ser titular de la prensa en cualquier país. Solo
algunos ejemplos.
«No puede ser que no sea noticia
que muera de frío un anciano en medio de la calle y que sí lo sea la
caída de dos puntos en la bolsa. Eso es exclusión. No se puede tolerar
que se tire comida cuando hay gente que pasa hambre. Eso es inequidad».
Vivimos «en la dictadura de una
economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano». Como
consecuencia, «mientras las ganancias de unos pocos crecen
exponencialmente, las de la mayoría se quedan cada vez más lejos del
bienestar de esa minoría feliz».
«La cultura del bienestar nos
anestesia, y perdemos la calma si el mercado ofrece algo que todavía no
hemos comprado, mientras todas esas vidas truncadas por falta de
posibilidades nos parecen un espectáculo que de ninguna manera nos
altera».
Cuando le han acusado de
comunista, el papa ha respondido de manera rotunda: «Este mensaje no es
marxismo, sino Evangelio puro» Un mensaje que tiene que tener eco
permanente en nuestras comunidades cristianas. Lo contrario podría ser
signo de lo que dice el papa: «Nos estamos volviendo incapaces de
compadecernos de los clamores de los otros y ya no lloramos ante el
drama de los demás».
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