No nos gusta hablar de conversión. Casi instintivamente pensamos en algo triste, penoso, muy unido a la penitencia, la mortificación y el ascetismo. Un esfuerzo casi imposible para el que no nos sentimos ya con humor ni con fuerzas. Sin embargo, si nos detenemos ante el mensaje de Jesús, escuchamos, antes que nada, una llamada alentadora para cambiar nuestro corazón y aprender a vivir de una manera más humana, porque Dios está cerca y quiere sanar nuestra vida. La conversión de la que habla Jesús no es algo forzado. Es un cambio que va creciendo en nosotros a medida que vamos cayendo en la cuenta de que Dios es alguien que quiere hacer nuestra vida más humana y feliz. Porque convertirse no es, antes que nada, intentar hacerlo todo mejor, sino sabernos encontrar por ese Dios que nos quiere mejores y más humanos. No se trata solo de “hacerse buena persona”, sino de volver a aquel que es bueno con nosotros. Por eso, la conversión no es algo triste, sino el descubrimiento de la verdadera a...
Un nuevo formato para una canción con rasgueos de guitarra que me enardecen.
ResponderEliminar¡Qué oración más de nuestra tierra!! Del azahar a la sierra, del azahar al mar... su voz, sus sandalias, sus huellas... ¡¡Gracias!!
ResponderEliminarSerá ya primavera... o lo va a ser muy pronto. Ya huelen las cocinas a torrijas...Yo ya me he comido dos ¿y tú?
ResponderEliminardos ayer, y otras dos que caen hoy. Pero yo con servicio de entrega a domicilio, y todo.
EliminarYo tampoco fui a buscarlas ¿qué te creias? Jajajaja
EliminarEs preciosa y tiene un ritmo...
ResponderEliminar