Padre Nuestro, de todos nosotros, hombres y mujeres, sabemos que sufre viendo desde el cielo que aquí en nuestra tierra, el rico ejerce su imperio, sobre el pobre. Oye nuestras voces, oye nuestro ruego. Tú estás caminado, de nuevo, con los pueblos que, por el desierto, caminan buscando que se haga tu Reino. Sé tú nuestra fuerza y nuestro aliento. Que no desfallezca nunca nuestro empeño en luchar buscando ese mundo nuevo de tu voluntad donde lo importante ya no sea el dinero, con sabor a sangre, obtenido de los pobres pueblos, sino el ser humano pleno en su dignidad. Danos tú el aliento. Mira que nos roban, cada día el pan de nuestros esfuerzos diciendo que debemos lo que no debemos pues son nuestros hermanos, tus hijos pequeños los que sin arroz, sin casas, sin médicos, crecen como árboles, carentes de riesgo, en tierra agrietada con troncos resecos. Nosotros queremos saber perdonar lo que ellos nos deben, que ellos nos condonen lo que, según dicen, nosotros d...