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Mostrando entradas de octubre, 2019
Siempre un lápiz
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Para leer yo necesito siempre un lápiz. Tanto si lo que leo son papeles de trabajo, o libros de teología -o de lo que sea-, como si son novelas -incluso de aventuras- o ensayos, o poesía. Cualquier lectura requiere el lápiz. Antes lo requería incluso la lectura del periódico, que ahora se ha hecho -a mi pesar- más digital. No sé leer sin lápiz. Para mí leer es dialogar: escuchar las palabras que impregnan de tinta las páginas, al tiempo que huelo ese olor especial que tienen las páginas de un libro, y responderles con notas al margen, con comentarios, correcciones, subrayados... El libro me habla, y yo le contesto. Siempre. Me da igual que sea un portaminas con las minas de 0,5 o un lápiz de toda la vida, al que hay que sacarle punta de vez en cuando, para mantenerla afilada. El lápiz es mi instrumento de lectura, casi tanto como la mirada y el entendimiento y la imaginación. Es la manera de relacionarme con lo que leo, la forma de anudarme a aquello que descubro, que me em...
Prokofiev – Piano Concerto No. 5
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Blue (Diminuto planeta azul)
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¿SEGUIMOS CREYENDO EN LA JUSTICIA?
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29 Tiempo ordinario - C (Lc 18,1-8) 20 de octubre 2019 José Antonio Pagola Lucas narra una breve parábola indicándonos que Jesús la contó para explicar a sus discípulos «cómo tenían que orar siempre sin desanimarse». Este tema es muy querido al evangelista que, en varias ocasiones, repite la misma idea. Como es natural, la parábola ha sido leída casi siempre como una invitación a cuidar la perseverancia de nuestra oración a Dios. Sin embargo, si observamos el contenido del relato y la conclusión del mismo Jesús, vemos que la clave de la parábola es la sed de justicia. Hasta cuatro veces se repite la expresión «hacer justicia». Más que modelo de oración, la viuda del relato es ejemplo admirable de lucha por la justicia en medio de una sociedad corrupta que abusa de los más débiles. El primer personaje de la parábola es un juez que «ni teme a Dios ni le importan los hombres». Es la encarnación exacta de la corrupción que denuncian repetidamente los profetas: los poderosos ...
Reflexiones esperanzadas desde la tristeza
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La desproporción justifica -de la mano de la irrealidad- lo injustificable, y terminamos convirtiendo en normal lo que de ningún modo puede serlo. El desapego de la realidad nos hace incapaces de otear la verdad, y nos hace carne de manipulación, porque acabamos sustituyendo los hechos y sus causas, por nuestras valoraciones subjetivas. Estos días he leído opiniones parecidas: las personas son dignas de respeto siempre, pero las ideas han de ganarse el respeto. Creo que la frase es de Adela Cortina. Hay ideas que aún no se han ganado el respeto, porque no se sustentan sobre la verdad, porque se imponen, porque " okupan " el lugar de la verdad, porque no tienen en cuenta la razón cordial que hace falta para el diálogo. Y solo la verdad del reconocimiento de la dignidad de cada persona puede hacernos comprender y empatizar con las ideas del otro. Lo contrario es una suerte de manipulación. Ninguna idea puede estar por encima de la dignidad de la persona, y hoy, lament...
Orar en el mundo obrero, 29 domingo TO
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El orar en el mundo obrero de esta semana nos recuerda que o rar no es un medio para lograr objetivos. Orar no es perder tiempo frente al compromiso aplazado. La oración, desde los criterios consumistas de este mundo, pertenece al ámbito de lo inútil. Su eficacia estriba en que renueva y refuerza nuestra fe y confianza en el amor del Padre y en la solidaridad incondicional con los hermanos. La oración nos hace más hijos e hijas y más hermanos y hermanas, más creyentes y más humanos. La oración nos ayuda a escuchar más sinceramente a Dios, a limpiar nuestros criterios y a cambiar nuestra mentalidad, a alejar de nuestra conducta aquello que impide la fraternidad. Alienta nuestro vivir diario, y reanima nuestra esperanza, fortalece nuestras ansias de justicia, alivia nuestro cansancio, ayuda a nuestra debilidad, nos enseña a vivir. Y, en el fondo, nos hace descubrir lo que Dios necesita de nosotros, y lo que, por muchos que nos esforcemos, no depende de nosotros y es don gratuito de...
Sinfonía nº 29 en la mayor. Mozart
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Sinfonía n.º 38 en re mayor. Mozart
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Credo, Misa en Do menor, Mozart
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Ignasi Terraza & Jean Pierre Derouard en el Café Central
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Parisienne Walkways y Siberiana
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Schubert: Rondo A-Dur für Violine und Orchester
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Orar en el mundo obrero 27 domingo T.O.
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Solo desde la gratuidad podemos vivir nuestra vida y nuestra fe. Porque los frutos no son nuestros, sino de Dios. Hemos de jugarnos la vida, nos va la vida en ello, para que pueda haber fruto. Pero el fruto depende solo de Dios: como quiera, donde quiera y cuando quiera. ¡Qué difícil asumir esto con gratuidad y gratitud en nuestra vida! ¡Qué difícil estar dispuestos a seguir sembrando sin ver fruto! ¡Qué difícil sabernos y sentirnos y aceptarnos como siervos inútiles! ¡Cuánto necesitamos seguir creciendo en humildad! Y ¡cuánto necesitamos pedir al Señor que nos siga aumentando la fe, para que llegue a ser, al menos, un grano de mostaza! Nos puede ayudar el Orar en el mundo obrero de esta semana.
¿Habrá lugar para la esperanza?
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En estos últimos días he asistido a dos actos distintos, una conferencia de Santiago Agrelo, con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y refugiado, y un coloquio con expertos en Doctrina Social de la Iglesia sobre el tema "Sociedad Civil y Bien Común" al que fui invitado. Siendo distintos, ambos tienen cosas en común. Por una parte que ambos fueron organizados por entidades vinculadas a la Iglesia y en ámbitos académicos y, por otra, que detrás de los dos latía una misma cuestión expresada en concreciones distintas: la dignidad de la persona. El primero se convocaba bajo el lema "Migrantes, paradigma de nuestro tiempo" y entre las cosas que Monseñor Agrelo dijo me llamó la atención -por la contundencia con que la expresó- una frase: "No hay lugar para ninguna esperanza en unos graneros repletos". No se refería solo a los graneros materiales, sino a la instalación en el bienestar de esta sociedad europea que va cerrando progresivamente los ojos y e...