¿Cómo sabemos que existe Dios?
Mi sobrina Natalia, que tiene doce años, le hizo el otro día esta pregunta a su profesora de religión en un colegio religioso concertado. Ignoro si la profesora era seglar o religiosa, supongo que era seglar, aunque esto es irrelevante. A la pregunta, la profesora le respondió con un rapapolvo público por hacer esa pregunta absurda, impropia de una niña que ya ha hecho la primera comunión. Pero no le respondió a lo que le preguntaba. Se quedó sin respuesta y burlada. Al margen de lo que me parezca pedagógicamente la actitud de la profesora -que bien podía ganarse el pan escardando remolacha-, que una profesora de religión no responda a cualquier pregunta directa, aunque sea con un "no lo sé", es impropio de la docente, y, en este caso, además, de la asignatura que enseña. La duda es consustancial a la fe. Los creyentes somos buscadores, así que la pregunta de mi sobrina es la obligada en cualquier creyente en muchos momentos de su vida. Podía -y debía- haber conte...