CRÓNICA DE CATACUMBA (17)
El cambio de hora no parece haberme afectado de momento, y por las mañanas me despierto a la hora habitual, incluso minutos antes de que suene el despertador para encarar el día. Hoy sigue cayendo la lluvia mansa. En el norte de la ciudad dicen que nieva. Todas las demás persianas del bloque que se divisan por el patio interior están aún cerradas. Mis vecinos duermen. Hoy, incluso los pájaros duermen. Y es que el frío invita a ello. Así que, en el silencio gratificante de esta alborada la oración me pone en los labios el salmo 32: Aclamad, justos, al Señor, que merece la alabanza de los buenos. Dad gracias al Señor con la cítara, tocad en su honor el arpa de diez cuerdas; cantadle un cántico nuevo, acompañando los vítores con bordones: que la palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; Él ama la justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. La palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos; encierra en un odre las aguas mari...