CRÓNICA DE CATACUMBA (47)
La primera lectura de la misa de hoy (Hch 8, 26-40) tiene mucho que ver con esa desescalada ansiada. Desescalar es una palabra que no está en el diccionario. Gramaticalmente sería mejor hablar de descender. Pero si interpretamos desde la palabra primigenia -escalar- uno de los sentidos que según el DRAE tiene la palabra escalar es: Subir, no siempre por buenas artes, a elevadas dignidades. Así que descender -o desescalar- sería realizar el camino inverso: renunciar a esas elevadas dignidades, dejando a un lado esas malas artes, no para subir, sino para ocupar el lugar que nos da la medida clara de nuestro ser y misión. Podríamos enzarzarnos en cuantas escaladas de todo tipo y cuantos escaladores hay en nuestro mundo. Pero hoy no me interesa eso. Me interesa más, porque es lo que trae el texto del libro de los Hechos a la vida concreta, el descenso, el abajamiento cercano de Felipe, el acompañamiento que como Iglesia estamos llamados a realizar en nuestro mundo, entre la g...